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A vueltas con la Semana Santa I 13 oct 2012 20:42 El rendrijero

«Contradicciones. Fe y vivencia»


Para mayoría de los jumillanos la Semana Santa es sin duda la fiesta que mayor aprobación, entusiasmo y adhesiones provoca, de forma que, el que más y el que menos se siente orgulloso de tener la que tenemos y son muchos los que ponen su tiempo y esfuerzo en mejorarla.
Con el progresivo laicismo de la sociedad y, los profundos cambios sociales experimentados en la forma entender la vida y, por ende, la fe misma, provocan que ésta fiesta se vea alejada del espíritu penitencial y catequista que en su origen tuvo. Es cierto que aún hoy para bastantes personas sigue teniendo ese sentido de manifestación religiosa; pero no nos engañemos, para la mayoría de ellas la Semana Santa tiene otras motivaciones al margen de la religión.
En la Semana Santa a parte de la fe y religiosidad, existen muchísimos aspectos por los que es defendida y seguida de forma tan abrumadora. Es arte en la calle, donde música, orfebrería, escultura, etc. se dan cita al aire libre desplegando todo un espectáculo para los sentidos, en donde público y participantes en los desfiles comparten emociones de todo tipo. Por si esto no fuera suficiente, en torno a ella se mueve el desarrollo de un turismo de enorme interés desde el punto de vista económico y los puestos de trabajo que genera indirectamente. De ahí, que pese a esa laicidad social que practicamos, ésta expresión semana-santera aun cuando su origen sea totalmente religioso, despierta hoy mucho interés en personas para las que carece totalmente de ese sentido.
Fruto de los muchos intereses que en ella confluyen y de las contradicciones evidentes que padece, pues siendo lo que es (acto de fe religiosa), no es la principal razón por la que hoy se sustenta mayoritariamente, en su seno se viven las contradicciones y los sinsentidos más absurdos. Pues es lo que es, nos guste o no; aun cuando no son esas las razones e intereses que conducen a que tenga la aceptación e interés que despierta.
Al ser una fiesta religiosa, a nadie le debería extrañar que la iglesia tenga que decir algo, por tanto no vale rasgarse ahora las vestiduras, ni alarmarse porque desde la iglesia no vean con buenos ojos el comportamiento de algunos hermanos o directivos de hermandades y les llamen la atención. De la iglesia hay que esperar congruencia (pero para todos los casos), y nadie se debería extrañar que exijan vivencias en los hermanos acordes con el evangelio y creencias que predican.
El problema está en que, como todos sabemos, las prácticas en la vida real, lo aceptable y aceptado socialmente, dista bastante de lo que a diario se predica en los sermones de las iglesias. Es posible que hasta muchos de los que nos consideramos creyentes y hasta católicos en ciertas materias miremos para otro lado o hagamos un cumplimiento bastante laxo de lo que nos dicen los sacerdotes. Lo cual no es razón para esperar que ellos cambien el discurso de lo que dicta la fe, aunque muchos de esos dictados, evidentemente, no están recogidos ni en el antiguo, ni en el nuevo testamento.
Al fin y al cabo hay estudios que vienen a demostrar que más del 80% de los que se reconocen católicos, en materia de sexualidad por ejemplo, hacen de su capa un sayo y no siguen los mandamientos de la iglesia a la que dicen seguir. Justificando su forma de actuar en que, los principios del genuino cristianismo, están en el amor al prójimo y no en el uso del condón o el preservativo. Pues si éstas contradicciones se dan entre el vivir privado de cada uno y los mandatos de la iglesia, imagínense las que se producen en el seno de la celebración de una fiesta como la Semana Santa.

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