«Entendiendo la unidad»
A propósito del comentario de un lector que no entiende mi actitud ante el separatismo y los signos identidad nacional (comentado en “El último raulista")
Si crees contradictoria y cambiante mi opinión acerca de la nación es porque apenas has profundizado en el concepto de nación e identidad que tengo.
Yo no creo que las naciones sean territorio o geografía, ni siquiera lengua, costumbres, religión o raza. La esencia de un país, de una nación es compartir un ideal un proyecto en común. Por supuesto, también el acerbo histórico compartido. Un país es grande en la medida que se comparte ese proyecto común por encima de las lenguas, razas y costumbres que sus gentes posean. Hay tienes los EE.UU con su New deal o los franceses con su grandeza…
El peñón es un pedazo de roca que, bajo cualquier lógica, está unido ala vieja piel de toro, pertenece y fue desgajado de este territorio que llamamos España por una cesión vergonzosa. Los gibraltareños, esos guiris que hablan «andalú cerrao», son unos corsarios al servicio de su majestad la reina de Inglaterra que, a saber de quienes descienden. Nunca formaron parte de España.
De no haberse producido la cesión por el tratado de Utrech, en la roca, sólo estarían los monos o quizá algún fortín militar. La ciudad surgió para apoyo del puesto militar inglés, luego con el tiempo para el trapicheo y contrabando de unos corsarios a los que le va bien esa situación.
La roca pues, es claro a que territorio pertenece, los que allí habitan también y yo no voy a ser más nacionalista que aquellos a quienes critico. Pues todo nacionalismo, sea el que fuere, español, catalán, vasco o gibraltareño se caracteriza por eso, por disgregar en nombre de esencias lingüistas, territoriales, raciales…
Mi visión acerca de España, cree en una Cataluña integrada, cuyos avatares históricos hemos compartido. Una Cataluña tan prospera abierta y cosmopolita como la que hasta no hace mucho he conocido, cuando miles de manchegos, andaluces y cientos de jumillanos emigraron a ella contribuyendo a su desarrollo. No creo en esta chapuza nacionalista que utiliza el fervor y simpatía de miles de seguidores cules de todas partes para auspiciar su proceso separatista. Menos en un jugador en exceso bien pagado (por bueno que sea), que se presta a los trapicheos y ambiciones políticas de un Joan Laporta o Sandro Rosell de turno. No puedo creer a jugadores como Piqué
1 (ha defendido los colores del Real Zaragoza y Manchester United), que hacen el agosto jugando el fútbol en la liga española, que visten la camiseta de su selección y luego dicen a sus compañeros de la Roja
«Españolitos, ahora os vamos a ganar la copa de vuestro Rey». Mira chico, ante eso, y mi poca afición al fútbol, prefiero merengues como Raúl. Estos defienden los símbolos y la identidad a la que pertenecen y que suplen con voluntad y trabajo las carencias que pudieran tener.
Mi nacionalismo se basa en la voluntad de compartir nuestro bagaje, nuestro destino común, no en un montón de rocas ¡Qué le vamos hacer! Por ello, entenderás que ese montón de piedras, aunque sea un ápice mal cedido, me importe un pimiento siempre que no entorpezca las reglas del juego que todos debemos cumplir.
Cataluña es diferente, a los Catalanes los creo paisanos, hijos y herederos del mismo y milenario proceso histórico, miembros de un proyecto llamado España que no terminamos de cerrar por miserias de todo tipo. Me siento orgulloso de sus hijos más ilustres, Gaudí, Miro, Dalí, Tapies, Casals, Albeniz, me gusta Gerona, Tarragona, Barcelona y sus gentes, me gusta el cava y tantas cosas de ellos, que las creo propias.
¿Dónde ves tu la contradicción? Quizá si la ves es porque no entendiste que clase de patriota soy o porque buscas la verdad de las cosas sólo a través de la razón de la lógica. Principio que utilizamos para construir nuestra ciencia, pero sus reglas no llegan a comprender toda la verdad y sólo son instrumentos que nos cercan a ella sin llegar a comprenderla plenamente como está demostrando la física quántica, donde un fotón, puede ser y no ser a la vez.
Seguramente conocerás al más ilustre y universal paisano murciano de todos los tiempos Ibn Arabi, quien cuando Abu Al-Walid Ibn Rushd (Averroes) le inquirió a cerca de
“Sí o No”, le contestó que:
“Sí y No" al mismo tiempo". Porque en la esencia última y profunda, para nuestro sabio murciano,
«es Él y no es Él». La intuición, ese don que todos llevamos consigo, (como señalara Ibn Arabi), a veces contradice la pura lógica; pero también nos acerca a la verdad y la esencia de las cosas. Siguiendo sus enseñanzas para comprender las cosas en plenitud hay que amarlas. Yo querido lector amo un proyecto común llamado España, no su terruño o sus peculiaridades, que también.
Ahora, que conoces mejor que clase de nacionalista soy, es posible que alcances a ver que opino yo acerca de las identidades y no me veas voluble y veleta que se acuesta separatista y se levanta patriotero.
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1.-
Manifestaciones de Pique a un compañero de la selección en la final de la copa del Rey
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