No puedo estar más de acuerdo con la idea que en su página de twitter expresaba Pedro J. Ramirez: «Si alguien cree que la sociedad consentirá que todo siga como hasta ahora, no ha entendido nada» Sin embargo nuestros políticos todos (nacionales, regionales y locales), parecen no darse cuenta de nada y siguen con su erre que erre. España está harta como señalaba hace unos días una encuesta de Metroscopia que publicaba El País, ponía de manifiesto que el 75% de los españoles creen necesaria una segunda transición con el fin de "modificar y actualizar muchos aspectos del actual sistema político". Otro 74% piensa que el gobierno no sabe hacer frente a esta situación económica. Un 70% que no se estimula la innovación y la creatividad y un 67% no ve perspectivas de futuro.
El gran triunfo de Rajoy, mejorar nuestra confianza en el exterior que se traduce en la bajo coste de los intereses de nuestra deuda soberana, sólo esta sirviendo para hundirnos más en la trampa de pedir más dinero. Pagamos menos sí, pero cada día pedimos más empobreciendo y haciendo más vulnerable al país. Nuestras exportaciones se han estancado porque las economías de nuestros socios comunitarios se han parado y el Estado Central gastó 32.050 millones de euros más de lo que ingresó. Pues al final no quieren cambiar lo que hay que cambiar, es decir una administración cara y costosa plagada de cargos, carguillos, asesores, calienta escaños nacionales, culiparlantes regionales, concejales de bulto, liberados de pacotilla, etc., etc.
En lo regional ahora que tenemos a nuestro Ramón Luis en Bruselas, tenemos por pagar un aeropuerto sin estrenar, autovías como Cartagena Vera inviables, y los números sin cuadrar para conseguir cumplir con el déficit impuesto a las comunidades autónomas. Por eso los funcionarios murcianos no recuperaremos el 25% que promete Montoro de la paga que nos quitó el gobierno central en 2012, mucho menos la que nos birló el Gobierno Regional en 2013 para seguir igual sin conseguir controlar nuestro déficit. Pero no se preocupen, sus señorías del gobierno, del parlamento y de nuestro ayuntamiento se la tienen repartida en 12 pagas mensuales.
«...para asegurarse la ganga que tienen nuestros políticos, quieran vendernos la burra de la confianza en su gestión a ver si se la compramos de nuevo; pero hombre, resistámonos a comprarles ésta que nos anuncian que viene tuerta, coja y coceando»
Si no les gusta la política nacional fíjense en la local. Aquí se han creído que son grandes gestores porque tras acogerse al Plan de proveedores creados por el gobierno, han logrado pagar las facturas de los cajones que heredaron del anterior mandato, en definitiva han cambiado pago a corto plazo por deuda a la Hacienda del Estado a largo plazo. Como no saben gestionar los servicios pretenden meternos en otra deuda a 25 años para que una empresa gestione todo cuanto ellos son incapaces de mantener; jardines, limpieza viaria, basuras, punto limpio.Ahora que estamos en año electoral unos y otros insisten en que todo va bien, que vamos a crecer no se cuanto y nos van a reducir los impuestos a los ciudadanos. Fíjense en lo que dice nuestro equipo de gobierno, que los va a reducir. Ahora cuando en estos tres años no han hecho sino todo lo contrario revisando el IBI o actualizando otros impuestos. Es normal que para asegurarse la ganga que tienen nuestros políticos, quieran vendernos la burra de la confianza en su gestión a ver si se la compramos de nuevo; pero hombre, resistámonos a comprarles ésta que nos anuncian que viene tuerta, coja y coceando.
Es tanto el hastío, tanto el cansancio, tanto el asco que produce esta casta política que al ciudadano lo sumergen en la indignación. El pasado año el propio FMI (Fondo Monetario Internacional) advirtió que el problema de reformas estructurales de España se enfrentaba a dos grandes riesgos: las posibles revueltas generadas por la frustración ciudadana y, sobre todo, la caída del bipartidismo.
Pero nuestros políticos siguen a lo suyo de ahí que esa indignación se canalice hacia opciones como Podemos que crece sin cesar por más que su programa sea como ellos dicen populista, tercermundista o bananero. Los ciudadanos no votan ya programas, vomitan indignación, impotencia y hastío.