«Cuando un amigo se va…»
Ayer, fallecía un hombre, uno de esos personajes sin los que es posible entender la historia y vida social del último lustro de nuestra ciudad, me refiero a Sebastian García, nuestro popular
«Sebastian el de la plaza».
Como todo el mundo, conocía a Sebastian de visitar su casa de tarde en tarde, donde además de disfrutar de su excelente cocina, disfrutabas del desenfado, las chanzas y el increíble humor que le caracterizaba.
Reunía Sebastian todas las características exigibles a un buen relaciones públicas además de las que caracterizan a todo showman. Con él no cabía duda, de su viejo local en la plaza de Abastos, salías reconfortado en el cuerpo (por su buena comida), y en el alma por el buen rato que te hacia pasar.
De su cocina sólo mencionar que, la propia guía Michelín, hizo de ella una mención que ya desearían hoy la mayoría de los restaurantes. Pero permítanme contarles otro artículo elogioso de su restaurante del que fui partícipe indirectamente. A mediado de los ochenta la revista
«Vinos Selección» desplazó a dos de sus técnicos a nuestra localidad, pues por primera vez se seleccionaba un vino tinto jumillano
“Viña Umbría”, para su revista. Tras cerrar las conversaciones de aquella selección, ambos técnicos (uno de ellos critico especializado en gastronomía, quesos y embutidos), se imponía llevarlos a comer.
La cuestión de aquella comida no era sencilla, pues en aquellos años Jumilla no tenía la oferta de restaurantes que hoy conocemos, y aquellos comensales que me acompañaban, además, insistieron, en que les condujese a probar algún sitio especial donde degustar algo especifico de la localidad. Aun cuando mi elección estaba clara desde el principio, el lugar era
«Casa Sebastian»; pero a mediados del mes de Julio, en aquel viejo local de la plaza sólo ventilado con los ventiladores de aspa, asustaba. Con todo, comimos en su casa, además quisieron probar platos no livianos precisamente, que si unas Manos de Ministro con garbanzos, Estofado alubias… eso en plena canícula veraniega y con 38º que hacía. Bueno, la cosa terminó en otra reseña elogiosa en la sección de gastronomía para
«Casa Sebastian».
Sebastian era un especialista en recoger partidas de conservas especiales, vamos una delicatessen que sólo allí, en su restaurante, podías encontrar, latas de corazón de alcachofas de más piezas o de mejillones y navajas especiales y con menos… No se de dónde se las gobernaba, pero en su vieja estantería las podías encontrar, además de comprar.
De su trato, sus bromas, y su show ni les cuento, desde el puro especial de la casa hasta cualquiera de sus salidas más sorprendentes eran posibles; pero hasta las más sorprendentes terminaban de contagiar el buen humor de este periquito que siempre fue del “Español”.
Creo que apreciaba a Sebastian desde los tiempos de la tienda de ultramarinos de mi madre, ella siempre recomendaba su casa para comer a los viejos representantes que venían de fuera, eso además de que siempre que fui a su casa con amigos y compromisos cubrió con creces las siempre buenas expectativas que en él depositaba.
Este hombre, que por ser fue de todo: botones del Central, camarero, cocinero en chiringuito de playa, empleado en el desaparecido Hotel y restaurador; lamentablemente nos ha dejado. Ante todo fue un hombre que sabía contagiarte la alegría de vivir y que se distinguió por ser amigo de todo el mundo y profundamente conocedor del carácter jumillano.
Aún tengo fresco en el recuerdo su paso por el programa
«La Rendrija» en Telecable Jumilla y el buen rato que nos hizo pasar… Nos prometió que cuando quisiéramos nos haría unos gazpachos con productos de mar. Con el tiempo lo hemos dejado pasar y ya no son posibles en esta vida; pero cuando nos encontremos contigo en la otra, esos gazpachos, nos los comeremos querido Sebastian.
PD: Fotos pertenecientes a la página de Facebook «Casa Sebastian» y que nos hemos permitido la libertad de tomar y retocar.