«A vueltas con nuestra historia»
La historia constituye la frágil memoria de los pueblos y sociedades, la necesitan porque ella constituye la base y alimento de su identidad, la justificación de sus valores, usos, culturas y costumbres. Necesitan enseñarla y aprenderla para incorporar a sus nuevas cohortes de jóvenes, para que estos incorporen a su acerbo la idea común que sobre la realidad y su futuro tienen los pueblos de si mismos.
Pero la historia siempre la escriben y cuentan los supervivientes, los vencedores, los que detentan el poder en cada momento, de ahí la necesidad de rescribirla constantemente adaptándola y configurándola a las necesidades presentes. No olviden que el presente es necesario justificarlo en base al pasado, a la historia, a la tradición.
La cosa sería simple si los pueblos y sociedades pudieran subsistir sin identidad, bastaría con no prestarle atención a la historia; pero no podemos, los seres humanos no podemos sostener nuestras conductas y equilibrio en nuestra personalidad sin identidad.
Jumilla, es a mi juicio, uno de los pueblos con una fuerte carga de identidad, seguramente porque con la llegada de la modernidad estuvimos aislados de las grandes vías de comunicación nacional. Esto ha causado que esa identidad local se fortaleciese con más intensidad que en otros lugares.
Nuestra historia esta jalonada de hechos y gestas de las que podemos sentirnos muy orgullosos, también de otras que deben avergonzarnos. Hemos tenido la suerte de contar en los tres últimos siglos con historiadores locales que han plasmado en el papel algunos de los hechos que de otra forma se habrían perdido. Escribieron sus historias tal y como se estilaba o gustaba en el momento, o tal y como les dictaba su pluma y sensibilidad. Ninguno era historiador y seguramente a todos les guió ese ancestral amor al pueblo que tenemos los jumillanos. En ese sentido, la Historia de Jumilla de D. Lorenzo Guardiola, es a mi juicio una pieza singular y única. Lorenzo era un poeta que amaba profundamente a su pueblo, de ahí el resultado de su obra. Si algo enseña el libro del poeta Lorenzo Guardiola es amar nuestro pasado, intentar emular en el presente y en el futuro las conductas de nuestros antepasados más nobles y gallardas. Es posible que no sea un libro de historia en el sentido académico de la disciplina; pero en sus páginas está la clave de lo que debe ser la historia, el aprendizaje de nuestra identidad.
De ahí que todavía hoy yo volvería a dar a mis hijos su lectura y aconsejo a todo jumillano que lo haga él personalmente y luego lo recomiende a sus hijos. A fin de cuentas si la historia siempre tiene sesgos, yo prefiero los sesgos de un poeta, nadie mejor que ellos para llegar al alma y el espíritu humano. Personalmente yo encontré en la historia de D. Lorenzo Guardiola aquel espíritu de Rudyard Kipling : «Amo a mi pueblo porque no me gusta» Es decir, le quiero porque deseo contribuir a mejorarlo, a hacerlo mejor, más grande y hermoso.
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La historia constituye la frágil memoria de los pueblos y sociedades, la necesitan porque ella constituye la base y alimento de su identidad, la justificación de sus valores, usos, culturas y costumbres. Necesitan enseñarla y aprenderla para incorporar a sus nuevas cohortes de jóvenes, para que estos incorporen a su acerbo la idea común que sobre la realidad y su futuro tienen los pueblos de si mismos.
Pero la historia siempre la escriben y cuentan los supervivientes, los vencedores, los que detentan el poder en cada momento, de ahí la necesidad de rescribirla constantemente adaptándola y configurándola a las necesidades presentes. No olviden que el presente es necesario justificarlo en base al pasado, a la historia, a la tradición.
La cosa sería simple si los pueblos y sociedades pudieran subsistir sin identidad, bastaría con no prestarle atención a la historia; pero no podemos, los seres humanos no podemos sostener nuestras conductas y equilibrio en nuestra personalidad sin identidad.
Jumilla, es a mi juicio, uno de los pueblos con una fuerte carga de identidad, seguramente porque con la llegada de la modernidad estuvimos aislados de las grandes vías de comunicación nacional. Esto ha causado que esa identidad local se fortaleciese con más intensidad que en otros lugares.
Nuestra historia esta jalonada de hechos y gestas de las que podemos sentirnos muy orgullosos, también de otras que deben avergonzarnos. Hemos tenido la suerte de contar en los tres últimos siglos con historiadores locales que han plasmado en el papel algunos de los hechos que de otra forma se habrían perdido. Escribieron sus historias tal y como se estilaba o gustaba en el momento, o tal y como les dictaba su pluma y sensibilidad. Ninguno era historiador y seguramente a todos les guió ese ancestral amor al pueblo que tenemos los jumillanos. En ese sentido, la Historia de Jumilla de D. Lorenzo Guardiola, es a mi juicio una pieza singular y única. Lorenzo era un poeta que amaba profundamente a su pueblo, de ahí el resultado de su obra. Si algo enseña el libro del poeta Lorenzo Guardiola es amar nuestro pasado, intentar emular en el presente y en el futuro las conductas de nuestros antepasados más nobles y gallardas. Es posible que no sea un libro de historia en el sentido académico de la disciplina; pero en sus páginas está la clave de lo que debe ser la historia, el aprendizaje de nuestra identidad.
De ahí que todavía hoy yo volvería a dar a mis hijos su lectura y aconsejo a todo jumillano que lo haga él personalmente y luego lo recomiende a sus hijos. A fin de cuentas si la historia siempre tiene sesgos, yo prefiero los sesgos de un poeta, nadie mejor que ellos para llegar al alma y el espíritu humano. Personalmente yo encontré en la historia de D. Lorenzo Guardiola aquel espíritu de Rudyard Kipling : «Amo a mi pueblo porque no me gusta» Es decir, le quiero porque deseo contribuir a mejorarlo, a hacerlo mejor, más grande y hermoso.