Nuestro corazón, ¡qué gran órgano! Nos permite respirar,
comer, caminar, dormir… en definitiva, nos permite vivir. Pero también soñar,
amar, querer…
Esta semana se celebraba el Día Mundial del Corazón, conmemoración
con la que se pretende concienciar a la población la importancia de cuidar ese
corazoncito que hay dentro de cada uno de nosotros, para que siga latiendo día
a día.
En este día, fueron varias las entrevistas que durante toda
la jornada se llevaron a cabo a expertos médicos, que daban una y mil
recomendaciones para cuidar ese órgano vital; así como reportajes a enfermos
que han tenido que hacer frente a un transplante, y que afortunadamente, siguen
viviendo para poder contarlo.
Escuché varias de estas entrevistas, a cuál más interesante,
pero sin embargo me llamó la atención el que nadie se preocupara por ese corazón
que, aunque siga latiendo, cada vez su calidad de vida va en deterioro.
¿Que qué quiero decir con esto? Pues que está muy bien que
prestigiosos doctores nos recomienden cómo debemos de cuidar nuestra salud para
que nuestro corazoncito se apague lo más tarde posible, pero que a veces también
está bien que nuestro corazoncito practique desde el lado más sentimental y
humano.
Hoy en día, parece que se nos ha olvidado seguir visitando a
nuestros mayores, decir te quiero a nuestro hijo, o hacer una caricia a nuestra
esposa o esposo. Las prisas, el estrés, el ritmo que está alcanzando nuestra
sociedad, está matando a nuestro corazón sentimental. Vamos de un sitio a otro
sin pararnos a contemplar nuestro alrededor. Queremos conseguirlo todo, lograr
un mayor status, y lo triste, es que cuando lo logramos, entonces nos parece
insuficiente y, de nuevo, comienza nuestra carrera por conseguir ahora otra
cosa todavía mayor. Una persecución, por la que muchas veces debemos de
sacrificar las cosas que verdaderamente nos darías esa felicidad que añoramos.
Hubo una vez una persona, mejor dicho, una gran persona, que
me aconsejó: “No olvides nunca pronunciar
cada vez que tengas oportunidad estas palabras: GRACIAS, PERDÓN, POR FAVOR, y
TE QUIERO”. Sabio consejo aquel que me ha permitido llegar al día de hoy
con un corazón sentimental fuerte y sano, y que cada momento sigo poniendo en
forma.
Tan solo se trata de cuatro palabras que nos permitirán
vivir, seguro, mucho más felices.