«La ínsula Barataria»
Arturito, como le decían de pequeño. Arturo, no me refiero al famoso Rey; sino al califa de esa ínsula Barataria que es nuestra taifa catalana, le ha faltado tiempo para desmarcarse del ejercicio de responsabilidad política que se escenificó hace un día ante el presidente del Gobierno y el Monarca.
Cuando ayer les comentaba mis impresiones sobre ésta declaración que, los medios de comunicación nos presentaba como un gran acuerdo de unidad nacional, con ese discurso grandilocuente de que las autonomías eran la solución de nuestro problema. Cuando les comentaba todo eso en el pasado artículo de: «Autonomías, la solución o el problema»; ya me atrevía a vaticinar como pasado mañana alguno se desmarcaría.
Iluso de mi por pensar que tardarían dos días los primeros en salirse de la foto, pues no han pasado veinticuatro horas cuando Arturo, el que siempre hablaba castellano y más tarde se cambio por Artur siendo desde entonces paladín del catalán, ya se ha desdicho nada más regresar a su ínsula Barataria.
Fue tan radical y profunda la transformación catalanista de este Arturo, como la de su esposa (checa de origen), por españolizarse, al perder H de Helena Rakosnik, pasando a ser Elena que suena como más de por aquí.
En fin Arturito, deseo que lo consigas y goces todos los años al ver como el Barcelona CF es, irremediablemente, campeón de liga. De la liga Catalana, claro está.
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