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Cambalache nacional 10 may 2012 18:45 Legolas

«Taparse las vergüenzas»


Mira que hay temas importantes en los que al sufrido españolito de a pie le gustaría ver que como los dos grandes partidos PP y PSOE se ponen de acuerdo; sin embargo no hay manera. Cuando lo hacen puntualmente en alguno, a uno le queda la sensación de que trata de un cambalache. Lo vimos antes, con el tema de la redención de penas a terroristas mediante esa especie de cursillos espirituales de arrepentimiento. Ahora, lo volvemos a ver con la puesta de dinero en una entidad bancaria, el PP lo hace y el PSOE lo bendice bajo la denominación de nacionalización de Bankia. Quiero suponer que en esto, como en lo de los terroristas, hay poderosas razones de Estado. Razones, que a mi insignificante españolito de a pie, se le escapan. A pesar de ello, comienzo a pensar que tanto si se salva Bankia como si se la deja hundir (cosa grave pues representa casi el 10% de nuestro PIB), en el fondo hacemos lo mismo de siempre; esconder la cabeza bajo el ala y esperar que escampe.
Esperar a que esto pase, a que la economía vuelva a crecer de forma  y que los activos tóxicos (miles de pisos hipotecados y suelos re-calificados), de nuevo vuelvan a tener un valor de venta similar al de su tasación, es creer en cuentos de hadas. Ni en los cinco, ni en los próximos diez años, esos niveles de embriaguez cerámica y cementosa volverán, por tanto, da igual que los pongamos en un banco malo, en una inmobiliaria atroz, o hagamos con tortilla con tanta vivienda vacía (más de 6 millones), comprarlas no las va a comprar nadie. Primero porque nadie da un duro de crédito; segundo, porque si a alguien que tiene trabajo se lo llegaran a dar,  este no lo vería tan seguro como para hipotecarse y, tercero, porque a los precios de la borrachera nadie compra hoy.
Si las fusiones no eran la solución a lo que Zapatero calificaba como: «...uno de los sistemas financieros más seguros del mundo», seguramente tampoco lo es el parcheo a base de inyectar dinero público para tapar los agujeros de los dichosos activos tóxicos. Que los solares rústicos vuelvan a ser rústicos y que las viviendas se pongan a precios que la hagan atractivas para su compra (una depreciación entre el 30 y 60% según antigüedad), los bancos que tengan que quebrar que quiebren, mientras el Estado asegure al depositante sus fondos.
El día que hagamos eso, por duro que sea, estaremos en el principio de la salida de este desaguisado. Pero claro, aquí hay mucho cambalache, entre el Estado tapando las vergüenzas a la Banca, mientras ésta le salva los muebles al Estado comprando su deuda pública al 5% y 6% en los mercados. Eso sí, con dinero que reciben del Banco Central Europeo al 1%. Mientras tanto, no hay crédito para el empresario ni particular, la economía se retrae hasta la recesión y los esfuerzos ahorradores del Estado no sirven de nada ante por la caída recaudatoria. Sus recortes, dejan exhausto el bolsillo de los asalariados y en paños menores a la educación y sanidad públicas

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