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El Juez juzgado 13 mar 2010 23:25 llanerosolitario

Muchas han sido las veces que me he preguntado aquello de quien juzgaría a un juez llegado el caso. Estos días, es de plena actualidad mediática, el caso del juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón.
Juez que será juzgado por otros jueces, por unas faltas cometidas en el ejercicio de sus funciones como tal, y que podría suponerle una suspensión cautelar de su carrera al servicio de la judicatura. Al menos – en la forma y de momento – quedo enterado de quien juzga a un juez. Conforme el asunto vaya dando de si, procurare comprender el fondo, que creo que lo tiene, y mucho.
La carrera judicial de éste mediático y efectivo juez, es casi tan extensa y comparable – en términos televisivos – a la de Belén Esteban, ex -mujer del un famoso torero, que llegó a torear en plaza de toros, solo para mujeres, y en sus triunfales vueltas al ruedo, tras de dar muerte al animal, éstas le arrojaban sus prendas más intimas, a modo de merecido premio.
No parece que sea un premio lo que le espera al juez Baltasar – por cierto, un nombre muy de la provincia de Jaén, de donde es nativo, pues tengo yo un amigo de por aquellas andaluzas tierras, que asi se llama también – Más bien puede que hasta sea un castigo lo que se merezca, por pretender hacer justicia, allí donde hubo delito.
El juez que a más – con varios pueblos de diferencia – etarras ha metido en la cárcel.
Que casi llegó a Ministro, y que por aquel “casi” y algún sumario olvidado, no faltó Ministro y Secretario de Estado que pasara también por ella, debido a su buen hacer.
Fue – por ello – acusado por unos, y jaleado por otros, a vueltas del supuesto rencor personal, hacia aquellos políticos que le ningunearon para el ejercicio de tan antigua dedicación.
Luego quiso emular a Aznar como conferenciante de los mundos planetarios, y el banco del jefe Botín, pagó religiosamente la factura, tras de archivar una causa contra los dos, contra el banco y contra el amo del mismo.
Ahora en uno de esos empeños a los que nos tiene acostumbrado, el televisivo juez pretende estirar de la manta financiera del Partido Popular, a traves del caso Gurtel – correa en castellano – y ahí, como algunos toreros cuando entran a matar, ha tocado en hueso. Ha herrado en la suerte que da por concluida la faena taurina del maestro.
Para el Partido Popular es fundamental que el juez Garzón sea apartado de la judicatura y le deje la manta quieta; emplea para ello su mayoría en las vocalias que componen el Consejo General del Poder Judicial, y tiene al fontanero Trillo, trabajando en el asunto de dia, y – a luz de vela – también de noche.
A la sociedad nos da que pensar, la dualidad que trasciende a la calle desde los despachos del poder, cuando vemos a políticos hacer de jueces y a jueces de políticos, o dicho de otro modo, lo que se ha judicializado la política, o lo que se ha politizado la justicia, en sus máximos órganos de Gobierno.
Este juez que un dia fue odiado por el gobernante y querido por el aspirante, hoy, en esos designios que da la vida, el sentimiento amoroso parece invertido, y quien antes lo odió, hoy le ofrece cariño, y quien más lo quiso entonces, le muestra su mal querer.
A los novios en cuestión les pueden los celos y el desamor causado – a cada uno en su momento – por el mediático juez. Para ladrillo literario daría el asunto, cuantos con menos argumentos, han sido llevados a las pantallas de los cines de medio mundo, y van ya, por la décima edición escrita.

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