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De vuelta a las banderías 21 abr 2016 14:27 Placido Guardiola

Las banderas de cada cual «La cuestión de la bandera»
Bandera Constitucional

En este país llamado España no tenemos remedio, separados en banderías, nos pasamos la vida destejiendo lo que tejieron otros. No porque el tejido sea defectuoso, porque este mal hecho o no sirva… No señor, aquí lo descosemos simplemente porque fue cosido por los otros. De ahí que a estas alturas no tengamos una bandera que pueda ser reconocida sin ningún tipo de ambages por unos y por los otros. De esta forma ambos bandos se afanan en propiciar que nunca nos pongamos de acuerdo. Los que se consideran “Progres o de Izquierdas” no desaprovechan ocasión para sacar con cualquier motivo (manifestaciones de protesta, concentraciones, etc. ), la bandera tricolor de la II Republica cuando no la de su taifa, sea esta la de Aragón, Cataluña o Asturias. Todo menos airear la que de forma oficial y constitucional nos hemos dado. Por su parte los otros “Conservadores y de derechas” se envuelven y acaparan la bandera como si de ellos en exclusiva se tratase. Dan por hecho y sabido que los rojos quieren sólo la tricolor, de forma que aun diciendo que la defienden hacen de la cuestión del trapo una cuestión de exclusividad que aparta a más de un ciudadano neutral del apego al símbolo nacional.
Aquí solo se ven banderas cuando juega la selección española de fútbol y, en muchas ocasiones, descalcificadas al sustituir su escudo por el toro de Osborne. Ósea tan inconstitucional como la republicana o la del pajarraco del águila de San Juan. Ante tanto despropósito, algunos que quieren sentirse patriotas y participes en común de algo, terminan enseñoreando la de cualquier reino de taifas de nuestras llamadas autonomías.
«Será nuestro destino repetir la historia más reciente...»
Será nuestro destino repetir la historia más reciente de nuestros dos últimos siglos, en los que básicamente, cuando entraban unos colocaban a los suyos como primera medida, cesando de inmediato a los puestos por los del bando contrario. La segunda medida, era cambiar el nombre a la plaza principal ordenando la destrucción de su placa de mármol donde figuraba su nombre2 y colocando una nueva donde rezara “Plaza de la Constitución” si eran liberales o “Plaza Real” si eran conservadores. Ante tal vaivén y confusión, el pueblo llano, que pasa de éstas cosas, por no estar entre sus preocupaciones vitales, terminaba por llamarle “ Plaza de Abajo" o "Jardinico de las Ranas”, simplemente porque les hizo gracia los animalicos que habían puesto en su fuente. Ni siquiera los 40 años de dictadura lograron imponer lo de “Plaza del caudillo”.
«La Corporación actual no hace suya esa obra y seguramente tampoco el lugar, pues en su día fueron ninguneados por quienes la erigieron...»
En estas estábamos cuando la anterior corporación del PP de Jumilla, sin contar ni encomendarse a nadie (legítimamente poseía mayoría de rodillo), decidió de forma unilateral clavar al final del paseo un pedrusco horroroso de hormigón donde colocar un mástil para que ondease una enorme bandera nacional. Por cierto, los jumillanos que lo pagamos seguimos sin saber cuánto costó el faraónico soporte de la bandera que es de todos. La Corporación actual no hace suya esa obra y seguramente tampoco el lugar, pues en su día fueron ninguneados por quienes la erigieron y ahora esgrimen que es el lugar donde debe ondear.
En estas trapisondas transcurre nuestra política local y el hecho diferencial de unos frente a otros, mientras que con ello se contribuye si cabe aún más al desapego de lo que debería ser un símbolo de identificación y comunión entre todos nosotros. Sólo eso, un símbolo pues si de construir patria hablamos, los del PP local se deberían ocupar de lo fundamental, cosa que no hicieron cuando se les dio la oportunidad con la holgada mayoría que les dimos.
Me gustaría que la bandera (la constitucional), fuera un símbolo de todos, sentida como vínculo de unión de quienes nos sentimos españoles y compartimos un mismo proyecto en común, por encima de otras diferencias todas respetables. El postureo chupa cámaras y la denuncia del PP el pasado fin de semana en nada contribuye a ello, tampoco el ponerse ahora a quitar pajarracos de viejos edificios (de eso prometo hablarles en un próximo artículo), todo esto no hace sino marcar diferencias entre opciones políticas de poder que, en realidad, se parecen más de lo que ellos creen y dicen. Seguramente por eso, para diferenciarse, unos y otros tienen que entrar al trapo de éstas traperías y no dedicarse a lo que de verdad nos preocupa a los ciudadanos.
En este sentido, me identifico plenamente con el general Vicente Rojo, quien fuera jefe supremo del ejército de la segunda República, que calificó de grave error el invento de la tricolor. Literalmente escribió sobre este asunto lo siguiente: «La cuestión de la bandera es uno de los motivos que estúpidamente dividen a los españoles y que tiene su origen en la conducta mezquinamente partidaria de nuestros políticos.»2.

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(1) Lorenzo Guardiola da cuenta en su "Historia de Jumilla" de los sucesivos nombres del "Jardín de las ranas", en ocasiones, con órdenes estrictas de la comandancia militar por decreto de Cortes y como un tiempo después entraron los realistas destruyendo dichas lápidas de mármol (pag. 325)
(2)El diario ABC publicó en febrero un interesante artículo dando cuenta del pensamiento del citado general bajo el título de Por qué la bandera tricolor de la República «Constituyó un grave error»
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