-->

Volver al campo 30 may 2013 14:02 La Guardacasera

«¡Qué dura es la vida en el Campo!»


Esta mañana en mi programa favorito «Herrera en la Onda» (tengo que confesar que yo soy fosfora de Herrera desde hace mucho), el tema a debatir con los oyentes y fosforos iba de «Vivir en el campo».
De las experiencias de los oyentes a través de sus llamadas y de los comentarios de los contertulios se deducía que no es oro todo lo que reluce; que vivir en el campo, por muy bonito, bucólico, idílico que queramos imaginarlo es duro, o cuando menos, tiene sus ventajas e inconvenientes.
Quienes como yo hemos vivido de siempre en el campo y en los pueblos lo sabemos bien, el campo no es el verde de los arboles, el aire limpio y fresco del monte o el canto de los pájaros que tanto atraen a todo buen dominguero en una excursión dominical. Vivir en el campo es tener los servicios básicos como medicina y oros menos básicos (cultura) alejados del sitio donde vives. Vivir en los pueblos es tener menos oportunidades de futuro para los hijos (aunque ahora no veamos futuro en ninguna parte), de ahí que se haya idealizado demasiado lo de vivir en el campo. Se ha idealizado tanto que algunos creen que vivir en el campo es construirse el chalecito con piscina incluida en él, pero donde me molesta el ruido de las cabras del vecino de parcela o las moscas que su basura atrae. Eso, evidentemente , no es vivir en el campo.
De ahí que no crea que sea posible el regreso al pueblo o al campo ahora que, por la crisis, la vida del urbanita en ciudad se presenta insostenible. Regresar al pueblo, que te den casi de por nada una casa abandonada, hasta comprar ciertos pueblos serranos deshabitados por cuatro duros, resulta sencillo. Lo difícil resulta después si la cultura de quienes allí habitaron no la tienes y no sabes ni los calendarios de siembra, ni de conservar y preparar los alimentos, ni de cómo suplir los rigores del clima. Y eso, la cultura de saber vivir en el campo no se aprende en los libros, la autosuficiencia con el medio era parte de una cultura heredada que sin arquitectos que hicieran el proyecto sabían cómo construir sus casas con eficiencia energética para los rigores del clima autóctono. Significa tener seleccionadas las semillas que, de seguro, iban bien con el suelo y el microclima del lugar. Conocer las plantas cuya infusión te quitaba el dolor de estomago o te aliviaba el catarro. Todo eso se ha perdido, se perdió con la muerte de nuestros mayores y no quedó escrito en ninguna parte y, esa cultura, ese saber vivir en el campo, no se improvisa en un curso de agricultura integral o de huerto ecológico.
Por otra parte y, aun obviando todo cuanto he dicho, suponiendo que soy de los pocos afortunados que esa cultura todavía la he vivido, ¿qué futuro aguarda a tus hijos?. No creo, por tanto, que la solución a esta crisis sea volver al campo, al menos al campo entendido tradicionalmente, como lo vivieron nuestros padres y alguno de nosotros conocimos.
El otro campo de explotación moderna de agricultura y ganadería ya lo conocemos, meter grandes insumos de energía e inversión para su explotación y a esperar la subvención de Bruselas. ¿De qué Campo hablamos entonces?

0 comentarios :

Publicar un comentario

¡Bienvenido al RENDRIJERO!

¡Gracias por tus comentarios!
Se respetuoso y opina libremente. Tu comentario será revisado y publicado en unas horas.

Ponerse en contacto con el Rendrijero