«Privatizando que es gerundio»
Parece una maldición, sólo que la han llamado los votantes: cada vez que gobierna el PP los ciudadanos perdemos propiedades, para dárselas a los trileros de los negocios, sus amigotes, los que luego colocan a sus familiares y conocidos, en las empresas privatizadas, con buenos suldazos y prebendas. Para muestra un botón: Telefónica, la privatizó Rodrigo Rato, colocando de presidente al compañero de banco-colegial de Aznar, el “pelazo” Juan Villalonga, que hizo su particular agosto y se largó a México con su nueva mujer y una indemnización supermillonaria; después se dio entrada al “guapo” de Zaplana, que acababa de mudarse a Madriz, comprándose un pisazo, ayudado por la caja-amiga CAM (hoy privatizada por la segunda entrega de gobernantes del PP); la última entrega es la incorporación de Rodrigo Rato a la empresa que un día fue de todos los españoles, pero que sirvió para venderla, junto con otras tantas, y que Aznar hiciera creer a los españolitos que sabía hacer magia con la economía.
Lo indignante y, me parece a mí, que debería ser perseguido por la justicia, es que lo que se acumula con el dinero de los españoles, vengan los gobiernos del PP y lo dilapiden para mayor riqueza de sus amigos. Y todo ello con el engaño de que las privatizaciones ahorran dinero al contribuyente. Mentirosos, gente sin vergüenza.
Ya hablamos del negocio de la sanidad, hoy vamos a hacerlo sobre el negocio que viene con la privatización de RENFE. Lo dicho, en esta etapa de gobierno quieren pasar a los amigos todo lo público y sustancioso que todavía le queda al Estado. Para RENFE se están fijando en el modelo inglés. Y, como con la sanidad, no nos demuestran con ejemplos lo que les ha ocurrido a los ingleses desde que John Major empezó a privatizar los ferrocarriles en 1994. Como ellos no lo van a publicar, aquí van algunos datos:
- De Londres a Liverpool el viaje de ida y vuelta (286 km) en la clase más barata, cuesta 289 libras (346 euros). Esto sí que son gangas. Para compensar, el olor a váter domina cualquier vagón.
- Como ya ha ocurrido en el Hospital de Alzira (Valencia) con la concesión, la empresa Virgin obtuvo la concesión, para 15 años (1997-2012) de la línea Londres-Manchester-Liverpool-Glasgow. En la renovación, otra empresa, First One puja para los siguientes 15 años, gana el concurso pero, Virgin denuncia la adjudicación porque le parecía muy generosa la oferta de la empresa que se queda con el contrato. A partir de ahí el grupo de presión correspondiente (alrededor del magnate Richard Branson) empieza a trabajar, se le anula la adjudicación a First One y se le prorroga a Virgin, se quitan de en medio algunos funcionarios que intervinieron y, terreno allanado para que Virgin se quede con la próxima subasta.
- Como ocurre con la sanidad, la complejidad del servicio hace que sean muy pocas las empresas capaces de ofertar, con lo que se está abocado a un oligopolio. En el Reino Unido, el 50% aproximadamente de las franquicias del ferrocarril está en manos de tres operadoras, con lo que la competencia real es casi nula. Incluso la subvención (¿no eran magos de la gestión?) que hay que dar para que sigan funcionando líneas no rentables, por ejemplo la línea Liverpool-Manchester por la que Northern Rail recibe subvenciones del Estado. Así también gestiono yo: lo que es rentable me lo como, y lo que no es rentable me lo subvencionas.
- Para más sinvergonzonería, el principal accionista de Northern Rail es Spoorwegen, empresa estatal de los ferrocarriles holandeses. En otras palabras, los holandeses haciendo negocio con los impuestos de los contribuyentes británicos. ¡Y este es el modelo que quiere el Partido Popular para España. ¡Gente sin vergüenza!
Pero es más, cuando una sola empresa es la que da un servicio en un contexto, se da lo que los economistas llaman monopolio natural que, dicho sea de paso, siempre recomiendan sea el Estado el que lo tenga.
Los perros no se atan con longaniza, simplemente en España el Partido Popular va a entregar unas infraestructuras impecables, sin casi mantenimiento por lo nuevas que son y, por tanto, sin necesidad de que las empresas tengan que repercutir en el billete casi nada de mantenimiento y, por supuesto, de amortización. Es como si me entregaran un coche nuevo, para que yo sólo ponga la gasolina y los cambios de aceite. Luego, cuando a los 15 o 20 años haya que reparar el motor o cambiar de coche, entonces se lo devolveré al Estado diciendo que no me interesa o, simplemente, que no me es rentable: ¡con dos cojones!
P.D.: Sí hay alternativas: los juzgados y las urnas.
total mente de acuerdo contigo Placido pero recuerda en este pais llamado España quedan aun muchas manadas de ciudadanos borregos lacallos y meapilas que echan de menos al señorito que les daba la limosna.
ResponderEliminarPues me parece muy bien estimado amigo, pero debo advertirte que no soy el autor de este post como ves
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