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El coste del recibo de la luz 2 abr 2014 13:38 Placido Guardiola

La nueva tarifa de la luz por horas «Cómo ahorrarse un pastón en el recibo de la luz»

Placas solares y aerogeneradores en Jumilla

Algún fenómeno paranormal ocurre en nuestro país con la energía, pues cada gobierno que pasa viene a empeorar el recibo de la luz que tenemos que pagar los ciudadanos. Desde nuestra llegada a la Democracia no ha habido un Gobierno que no intervenga o legisle directa o indirectamente sobre este sector considerado estratégico.
Cuantas actuaciones han realizado los gobiernos de todo signo se han realizado por el bien del consumidor, políticas energéticas realmente brillantes, en pro del ahorro energético nacional o la salud y conservación del medio ambiente. Actuaciones que, sin querer dudar de su buena voluntad, han terminado todas en lo mismo; subidas en el recibo de la luz que pagan particulares y empresas hasta el punto de tener un coste energético muy por encima de la media europea y de los más caros de ésta.Algún fenómeno paranormal ocurre en nuestro país con la energía, pues cada gobierno que pasa viene a empeorar el recibo de la luz que tenemos que pagar los ciudadanos. Desde nuestra llegada a la Democracia no ha habido un Gobierno que no intervenga o legisle directa o indirectamente sobre este sector considerado estratégico.Algún fenómeno paranormal ocurre en nuestro país con la energía, pues cada gobierno que pasa viene a empeorar el recibo de la luz que tenemos que pagar los ciudadanos. Desde nuestra llegada a la Democracia no ha habido un Gobierno que no intervenga o legisle directa o indirectamente sobre este sector considerado estratégico.
Cuantas actuaciones han realizado los gobiernos de todo signo se han realizado por el bien del consumidor, aminorar el recibo de la luz, el ahorro energético nacional o la salud y conservación del medio ambiente. Actuaciones que, sin querer dudar de su buena voluntad, han terminado todas en lo mismo; subidas en el recibo de la luz que pagan particulares y empresas hasta el punto de tener un coste energético muy por encima de la media europea y de los más caros de ésta.Algún fenómeno paranormal ocurre en nuestro país con la energía, pues cada gobierno que pasa viene a empeorar el recibo de la luz que tenemos que pagar los ciudadanos. Desde nuestra llegada a la Democracia no ha habido un Gobierno que no intervenga o legisle directa o indirectamente sobre este sector considerado estratégico.
Desde los años 80 Los gobiernos de Felipe González optaron por el parón nuclear en la producción eléctrica. Parón que no nos salva de ningún riesgo catastrófico, pues tenemos al otro lado de los pirineos a Francia que dispone de un buen arsenal, amén de las viejas y primitivas centrales ya ubicadas en nuestro país cuya vida se ha prorrogado unos años más ya que no podemos sustituirlas.
Más tarde, vino el Gobierno del Sr Aznar y metió a las eléctricas en su afán liberatorio bajo el argumento de que la libre competencia liberaría los precios. Creó un precio político al coste energético y se invento lo del déficit tarifario (una cosa provisional para que nos salieran las cuentas en la entrada al euro). El resultado de todo ello es que ni él ni sus sucesores han terminado con el déficit tarifario dichoso que no para de crecer y que aunque ahora puedes elegir un suministrador cualquiera el recibo te sigue saliendo más caro que antes. Tuvimos después el bienintencionado Zapatero que en sus dos mandatos  legisló para que nuestro territorio se convirtiera en un solar fotovoltaico lleno de aerogeneradores. Poesía pura vendida bajo el mito de una energía libre de efectos contaminantes, inagotable y limpia, pero que ha llevado nuestros recibos de la luz a un punto inviable e impagables. Sin mencionar el daño e impacto medioambiental ejercido en nuestro territorio con la eliminación de suelos fértiles para los famosos «Huertos solares» y el aumento de escorrentías por eliminación de manto vegetal, así como invasión de torres, líneas de alta tensión, etc. Por no mencionar los cambios micro-climáticos que producen los aerogeneradores por el cambio de corrientes de aires en el lugar.
Ahora tenemos el gobierno de Rajoy con su Ministro de Industria Soria al frente que, bajo la sempiterna cantinela de siempre: «Bajar el recibo de la luz», vuelve a modificar el mecanismo que los fija. Ahora la REE (Red Electrica Española), nos permite consultar desde ya el precio que a esa hora tiene un KW, pueden comprobarlo en su página Web, el precio te lo dan por Megawatios/Hora; pero tu sacas la calculadora, divides y lo que vale el KW. Algo formidable, ni se sabe lo que podrás ahorrar con ello. Imagina que necesitas poner la lavadora con un programa de agua caliente o el horno para hacer bollería o pastas; como eso gasta un pastón, enciendes el ordenador entras en la Web del REE y consultas a cuanto está en ese momento la luz. Si está baratita enciendes los cachivaches y te pones a ello; de lo contrario te esperas a que baje el precio de mercado. Total con este sistema ahorraremos un pastón incalculable cada mes. ¿No me digan que no es un sistema ideal y trasparente.? Un sistema, que para más inri es inaplicable para quienes no tengan contador digital (que son más del 70% de los hogares del país).
¡Claro! me dirán que todo se soluciona cambiando de contador y, efectivamente así es, pero si piden instalar el nuevo; además de pagar algo más por el alquiler del aparato (no los venden son propiedad de la compañía), estarán sometidos a vigilancia intensiva en sus hogares, la compañía sabrá en cada instante si están en casa, si tienen este o aquel aparato enchufado.
¡Vamos, una maravilla! Todo esto ocurre al mismo tiempo que al terminar el mandato del gobierno de turno, el propio presidente, un vicepresidente o un ministro de cualquier cartera pasa a ocupar un sillón en los consejos de Administración de las principales empresas del sector, llámese Endesa, Iberdrola, Hidrocantábrico…
 No sé qué piensan Uds. Pero personalmente estoy temblando, rogando porque no nos quieran tanto y diciendo aquello tan socorrido de «Virgencica que me queda como estaba» 
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Rousseaunismo del siglo XXI 27 feb 2013 11:22 Placido Guardiola

«Talibanes del ecologismo»



Cuando el viejo orden social mantenido durante siglos se hacia añicos en aquellos convulsos últimos años del siglo XVIII, por el advenimiento de la revolución industrial y la coetánea revolución social francesa; Rousseau, creo en su obra «Emilio o de la educación» el mito del hombre natural. Quería con ello exculpar al hombre de todos los males y desórdenes que por aquellos días de su vida observaba por doquier, necesitaba crear el mito, la utopía de que el hombre es bueno por naturaleza, recto y moral en su estado primigenio; pero que la sociedad, los malos hábitos sociales, le pervierten y conducen a veces por derroteros destructivos.
Olvidaba Rousseau que el hombre si es hombre es precisamente por ser social, porque vive en sociedad y no al contrario. Se civiliza, acepta normas, comparte y mitiga el gen egoísta que de natural tiene, precisamente al vivir en sociedad. Justo lo contrario de lo que este filósofo predica en su obra educativa. La historia nos ha demostrado en los pocos casos documentados de los llamados «niños salvajes» (aquellos que nacen y se hacen adultos en la naturaleza sin ayuda de otros congéneres), la absoluta incapacidad que estos tienen para poder integrarse a la vida social siendo ya adultos.
Ahora en el siglo XXI, ante los desastres provocados por el propio desarrollo humano, por aquello que llamamos progreso, especialmente por su impacto medioambiental, hemos creado un nuevo credo rousseánico: «La naturaleza es buena y virginal en su estado primigenio, sólo la acción del hombre la degrada». Olvidamos con ello que todo proceso que se produce en ella, especialmente la vida, tiene su impacto, produce efectos, no sabemos todavía, si estos están programados en las leyes que rigen su propia evolución.
Ignoramos que en la naturaleza, muerte y vida forman parte del mismo proceso y evolución, en un ciclo tan basto que ni siquiera hoy nuestra ciencia y tecnología alcanzan a comprender. En nuestra ignorancia más absoluta e investidos de ese ideal ecologismo salvador, tendemos a pensar de forma totalmente etnocéntrica que; nosotros, los hombres, estamos cambiando el rumbo del planeta hacia su destrucción.
Nos hacemos defensores de estas o aquellas energías a las que llamamos renovables porque, aparentemente, nos parecen más inocuas, defendemos esta o aquella especie que calificamos en peligro de extinción y nuestra limitada comprensión de algunas reglas superficiales de los ecosistemas nos conducen a pensar y posicionarnos acerca de los efectos perniciosos o benéficos de esto o aquello.
Pero, en realidad, a pesar de este bien intencionado ideario ecologista no queremos aceptar que nuestra existencia ya es impactante en el ecosistema que se desenvuelva, independientemente de que lo haga bajo las reglas de ese ideal. Comemos porque otros seres vivos mueren, si somos vegetarianos, cualquier opción de cultivo que adoptemos sucederá en detrimento de otras posibilidades, cualquier mejora en nuestra comodidad o en eso que llamamos calidad de vida, sucederá porque utilizamos más recursos y necesariamente causamos mayor impacto.Si fuésemos consecuentes, nuestro ideario ecologista se traduciría en reducir nuestro consumo, nuestra comodidad, no en otras zarandajas y bagatelas. Nuestra existencia en suma es por la no existencia de otras alternativas diferentes.
Sinceramente creo que todavía no hemos superado el impacto que tuvo en nuestras mentes infantiles la película Bamby de Disney. Nadie nos supo explicar aquella escena desgarradora en la que la mama de nuestro simpático cervatillo de cola blanca era abatida por un grupo de cazadores. Acción incomprensible, cruel y sin sentido, por otro laso, pues el guionista podía haberla hecho morir entre las fauces de un leopardo, hiena, lobo o lo que le hubiera dado la gana para alimentar a su prole. Pero no, tenía que morir simplemente por la cosa lúdica y superflua de unos aficionados a la caza. Desde entonces, nuestra mente cree que el orden de aquel alegre bosque, donde correteaban felices seres angelicales como conejo Tambor, la mofeta Flor y la cervatillo Faline… está en peligro por la maldad intrínseca del hombre cazador.
Nos compramos un electrodoméstico de alta eficiencia energética, un vehículo menos contaminante, productos biodegradables, ponemos jaulas nido para pararillos en nuestro entorno cercano o apostamos por placas solares. ¡Qué más da! Todo vale para acallar nuestras conciencias, seguimos haciendo cosas sin sentido, aunque estas vayan en contra de nuestra propia salud (como coger el coche para cualquier estupidez), creer que las placas solares no tienen impacto o es menor que otra alternativa energética, todo vale si mantenemos nuestro estatus quo. ¡Anda que no somos ecologistas nosotros…!
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Manifiesto de las gentes del campo 3 jul 2012 20:00 Placido Guardiola

«A propósito de los incendios»


Mientras vivimos bajo esta memez, falsa y ñoña de la cultura proteccionista medio ambiental, nuestros bosques se queman y el medio natural se degrada hasta límites insospechados. Hoy, cuando los valores conservacionistas, verdes, ecologistas o, como quiera que les llamemos, están más extendidos que nunca; cuando numerosos colectivos y organizaciones se dedican a divulgar y educar en ellos; la madre tierra sufre los mayores trasgresiones y dislates.
Unas veces a manos de los desaprensivos, locos o imprudentes que lo hacen adrede o inconscientemente. Otras, a manos de los talibanes furibundos de los movimientos verdes o de la propia legislación proteccionista surgida al amparo de  falsos valores ecologistas. No hace mucho, los pastores de Picos de Europa alzaron su voz en protesta de esta estupidez proteccionista que había convertido al lobo en un depredador «subvencionado por ley». Una ley que ha hecho de él no ya un noble animal salvaje que ataca de tarde en tarde los rebaños para subsistir; sino un sanguinario matador exclusivo de ovejas que disfruta con orgías de sangre diarias en los rediles.
De igual modo, a partir de los setenta la administración prohibió el uso del pastoreo en zonas declaradas hoy «parque natural», como ocurre en nuestra sierra del Carche. Bajo el pretexto de evitar que con aquel pastoreo dejase de crecer el pinar y el bosque (se supone que la cabra blanca y la oveja ramoneaban la chichota de los jóvenes árboles), los pastores llevan más de cuarenta años sin pisar éstas zonas. Nadie sube ya a ellas a recoger leña, esparto o cualquier aprovechamiento y solo domingueros, y senderistas cruzan sus senderos de tarde en tarde. Las pistas (realizadas con el objetivo de vigilar, mantener y conservar esos espacios), sirven también para que desaprensivos de todo tipo las crucen con cualquier tipo de artefasto motorizado.
No digo con ello que la culpa de este desastre sea el ecologismo imperante; sino que el proteccionismo ñoño al que nos aboca es tan nefasto para la naturaleza que aspira a conservar como el desprecio más absoluto que muestran los más descerebrados.
Conservar la naturaleza es convivir con ella, ayudarla y aprovecharse de cuantos recursos ofrece en un frágil equilibrio. Aquel que las viejas generaciones que nos precedieron, supieron mantener con ella, lo nuestro, simplemente es de locos. Pues la naturaleza virginal, al margen de la acción responsable del hombre, hace miles de años que dejó de existir. Envolverla en una frágil campana de cristal en un afán proteccionista es tan lamentable como no mostrar con ella el respeto que se merece o ser simplemente un pirómano más
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Cadenas de vida 14 feb 2012 10:08 Placido Guardiola

«Ud. es el culpable de la hecatombe»


Hace mucho que me considero un ecologista escéptico (desde que leí el libro de ese título),* vamos que no me trago la evidencia científica de que el clima está cambiando por la acción antropogénica del ser humano. Los factores naturales que controlan el delicadísimo y complicado ciclo meteorológico de nuestro planeta van más allá de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Los ciclos solares, las oscilaciones del eje del planeta junto a un rosario de otros interminables factores han derivado a través de los siglos grandes ciclos climáticos de calentamientos y enfriamientos.
Por otra parte, la vida, es pura química orgánica basada en el Carbono, Oxigeno e Hidrógeno. En otras palabras agua, luz solar y CO2. La fotosíntesis que da origen a la forma de vida que conocemos no se desarrolla sin esos elementos. A pesar de que algunos científicos burócratas instalados en los aledaños de la ONU se empeñan en predecir grandes males por el calentamiento global, hay afortunadamente otros estudios no menos serios que evidencian lo contrario. ¿Por qué el calentamiento global es la hecatombe y no el paraíso? Si tienes curiosidad por saber más sobre el tema, no deje de leer el artículo publicado ayer en Plaza Mayor  «El calentamiento global ¿Infierno o paraíso?»
En definitiva, ecologismo sí; pero talibanismo catastrofista el justo y, ello, aunque nos acusen de camicace destructor de la naturaleza o de estar al servicio de las grandes compañías petroleras. Les confieso que comienzo a estar cansado de ser culpable de tantos males, desde la crisis económica por gastar por encima de mis posibilidades (que es mentira), hasta de cargarme el planeta por ir en coche a coger oliva. ¡Anda ya y que les vayan dando!

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(*) BJORN LOMBORG(2005): «El ecologísta escéptico»,Espasa, Madrid
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Jumilla, territorio baldío 11 ago 2011 19:29 Placido Guardiola

«La herencia que dejaremos»




Si consultamos el ranking por extensión de los términos municipales, Jumilla ocupa el décimo lugar de España con sus 970, 6 Km2. Territorio que ha venido conservado un cierto equilibrio con su entorno natural. Los cultivos tradicionales de la zona: la vid, el almendro, el olivo y la siembra de cereal, permitían hasta hace pocos años, mantener una actividad que al margen de la riqueza derivada de la misma fijaban un manto vegetal en ésta árida zona, donde las lluvias son escasas y cuando aparecen suelen hacerlo en forma torrencial. Por otra parte, su agricultura tradicional de secano no requería grandes consumos de pesticidas lo que ayudaba a mantener nuestros campos en un excelente nivel ecológico.
Tuvieron que llegar las subvenciones al arranque para que miles de hectáreas, antes cubiertas de viñedos, se pusieran patas arriba. Sus suelos aparecen hoy yermos y facilitando la propagación de plagas de langosta, de las que ya hemos sufrido varios conatos. A esto, pronto se añadieron los “ecológicos” huertos solares que han aparecido por diversos puntos de su superficie, desbastando en sus explanaciones el suelo fértil de su cubierta, dejando libre sus superficies a merced de escorrentías. Se añadieron al festín depredador, grandes empresas hortofrutícolas (por lo general pertenecientes a grupos de distribución), que alquilaron fincas en aquellos valles que tienen posibilidad de riego, las explotan de forma intensiva, con grandes imputs de abonos químicos y pesticidas que tras unos años de explotación dejan agotados los suelos y envueltas en plásticos sus tierras.
Como tenemos tanto territorio, en su periferia podemos alojar aquellas actividades o vertederos que son molestos y nadie quiere tener cerca. De este modo, en una de sus esquinas se ubicaron enormes granjas cebaderos de cerdos, en otra parte se vierten los residuos sólidos de las depuradoras de pueblos cercanos y hasta nos permitimos autorizar a que en nuestra planta de residuos vengan a reciclarse toneladas procedentes de otros lugares.
¡Qué más da! Si el término es tan vasto que no nos llega la pestilencia a nuestros hogares. Es como si pensáramos que de sobrarnos algo, nos sobra territorio. Un territorio que heredamos en unas condiciones y que me temo que nuestros hijos heredarán en otras bien distintas. Menos mal que el territorio lo soporta todo, de lo contrario, nos terminaría escupiendo a la cara.
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Sin zorra idea de Física Nuclear 19 mar 2011 07:27 Legolas

«Apocalipsis nuclear»

Comenzare diciendo que, ahora, cuando todo el mundo parece que es ingeniero nuclear, yo no tengo ni puta idea del tema. Eso, apesar de haberme leído algunos artículos acerca de cómo funciona una central nuclear. Sin embargo, ahora todos llevan en boca lo de la inminente explosión de los seis reactores nucleares en la central de Fukushima, la apocalipsis nuclear que nos espera (bueno que nos lleva esperando ya va para una semana), me sorprende la distinta reacción a la nuestra que tienen los afectados.
Si se hace caso al gobierno japonés no existe peligro siempre que se este a más de 30 kilómetros de la central, por el contrario, si hacemos caso a los gobiernos occidentales hay que salir de allí pitando y están poniendo a disposición de sus súbditos medios de evacuación.
La verdad entiendo a los políticos de aquí, pues ellos siempre están al loro de las tendencias en la opinión pública, y se desdicen de lo dicho si es menester para no perder un sólo voto. Miren Ángela Merkel antes firme defensora de la energía nuclear y, ahora, le ha faltado tiempo para poner en suspenso a sus centrales ante la presión de los verdes en Alemania.
Sinceramente, no entiendo nada de nada, pero observo dos cosas:
  1. Nada, absolutamente nada, está exento de riesgo y de consecuencias nefastas para el medio natural. La vida es una amenaza constante, una agresión de unos seres sobre otros, conlleva un gasto constante de recursos y energía. Hasta las llamadas energías limpias agraden el medio natural.
  2. El pueblo nipón es sin duda quién más ha sufrido en sus carnes el peligro nuclear, no en vano sobre él se ensayaron las dos primeras bombas atómicas, que pusieron fin a la Gran Guerra. Pero hay están con 53 centrales nucleares, lejos de amedrentarse son hoy una potencia tecnológica y económica.
Han sufrido un terremoto sin parangón y el posterior tsunami; pero ni hubo pillaje ni hay pánico apocalíptico. El pánico, el debate antinuclear, lo tenemos nosotros.
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Propiedad del viento 18 dic 2009 08:11 Placido Guardiola

«La tierra no es de nadie es del viento»

Ayer cuando alguien en Copenhague pronunció la frase «La tierra no es de nadie es del viento», vino a mi memoria la conocida carta que en 1855 Sattle, jefe de la tribu Suwamish envía en contestación al entonces presidente de EE.UU, quien pretendía comprarle los territorios del noroeste estadounidense ocupados por aquella tribu de pieles rojas y recluirlos en una reserva, como finalmente ocurrió. Este indio acostumbrado a correr por las grandes praderas, asombrado por la pretensión del gran Jefe blanco le contesto en un texto lleno de encanto y lirismo propio de quien llevaba una vida en armonía con la madre tierra. Entre otras cosas le decía:
«¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.
Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?»

La frase que ayer pronuncio Zapatero y hoy ocupa las portadas de los principales periódicos nacionales tiene la misma carga de profundidad y grandeza, el mismo lirismo que la escrita hace 160 años por aquel salvaje piel roja, sólo que en sus labios no posee ninguna credibilidad. Pues las pronuncia quien en un trocito de tierra que denominamos España, permite y consienten que los ríos se puedan bloquear, que la tierra que no conoce lindes ni fronteras se parcele en propiedades autonómicas donde las aguas que discurren, son suyas y no del vecino que linda unas leguas más abajo. Convendría que ya que se inspiró en esa carta no olvidase el párrafo que aquel piel roja llamado Sattle dedicaba a los rios
«Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también»

No puede tener credibilidad, quien aun cuando dice palabras hermosas, pide a los demás que hagan lo que el deja de hacer en el territorio que gobierna, pues quien eso dice en una conferencia que pretende reducir las emisiones de CO2 para preservar la tierra; da carta abierta a la explotación del carbón leones para la producción eléctrica. Un carbón de bajo poder calorífico, no rentable y el más contaminante para producir electricidad.
Yo recomendaría al Presidente leer la carta que inspira su discurso, de paso no estaría mal que repasara la pequeña obra de Antoine de Saint Exsupéry «El Principito», en ambos textos hay un mismo mensaje la tierra, el agua, el viento no son de nadie sí; pero pertenecen a quien los ama, los cuida, los conserva y los venera. Ud mi querido Presidente, de muestras de hacer eso, no digo ya con la tierra, sino con este trocito de ella en el que gobierna; y entonces creeré en las hermosas palabras que pronuncia. De lo contrario, pensaré que son jilipolleces vacuas.
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La ecología que nos venden (II) 28 sept 2009 10:03 Legolas

«Los ricos contaminan menos»

Desde hace años los medios de comunicación han difundido magnificas series e imágenes sobre el deterioro del planeta a manos del hombre, esto ha producido una toma de conciencia generalizada en la sociedad acerca de cierto ecologismo. Tan extendida está esa conciencia que intereses económicos y políticos de todo tipo no dudan en explotarla en su beneficio, hasta tal punto que cuesta separar en realidad lo que verdaderamente congruente y bueno con el sostenimiento del medio ambiente de aquello que es una burda patraña.
Si hace unos días comentaba las bolsas de plástico y algunas de sus falacias hoy descubriremos las del coche eléctrico. Hace unos días dos líderes nacionales Gallardón alcalde de Madrid y Sebastián Ministro de Industria (PP y PSOE), presentaban conjuntamente un proyecto para incentivar el uso del coche eléctrico. La cosa se que se nos presenta como una panacea limpia y no contaminante resulta que:
  1. La fabricación de alguno de sus componentes (baterías especialmente), es muy contaminante y requiere de grandes insumos de energía en su fabricación. Fabricar un vehículo eléctrico requiere unos insumos energéticos equivalentes a 60.000 kilómetros de un coche normal de gasolina (media vida útil del mismo).
  2. Actualmente sólo desarrollan una autonomía máxima de 160 Kilómetros, por lo que se convertiría en el segundo coche de la casa para andar por la ciudad para quienes puedan costearse otro convencional para viajes.
  3. Requieren una plaza de garaje donde conectar por la noche para la recarga de baterías (volvemos a las clases sociales medias-altas) que disponen de esta posibilidad en sus viviendas.
  4. Aunque efectivamente, en la ciudad el coche no deja residuos, para recargar sus baterías en otro punto del país hay una central que seguramente estará quemando combustibles fósiles y arrojando los residuos correspondientes. Por tanto, el único efecto positivo será limpiar el aire del centro de la ciudad.

Sin embargo, a pesar de que por sus características actuales, este coche está llamado a ser un vehículo para pudientes, quienes pueden permitirse tener otro convencional, estamos dispuestos a costear con los impuestos de todos; puntos de recarga y estacionamiento por la ciudad, amen de subvencionar con un 30% los costes de fabricación de los mismos. Los fabricantes ven una cuota de negocio a su alcance, los políticos se marcan un farol ecologista y aquí todos tan contentos, pues contribuimos con ello a silenciar nuestras mala conciencia derrochadora pensando que esto es sostenible y no contribuye al cambio climático. Por supuesto, los menos pudientes, ni por esas podrán acceder al cochecito de marras y seguirán contaminando con sus coches de gasolina o diesel de segunda mano.

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La ecología que nos venden (I) 24 sept 2009 19:56 Legolas

«Lo ecológico como reclamo»
El ser humano se caracteriza sin duda por añadir a los objetos de consumo un valor añadido que no es el de uso, necesidad, función o utilidad; este valor añadido es simplemente simbólico o ideológico. De hecho estamos dispuestos a pagar más por unas zapatillas deportivas que por otras, simplemente porque contienen el logotipo de Addidas o Nike.
Lo terriblemente curioso es que también estamos dispuestos a pagar más por un objeto que se nos vende bajo el argumento de ser congruente con la ideología dominante del momento.
Si hoy día hay alguna ideología ampliamente aceptada esa es sin lugar a dudas el ecologismo, tanto que no solamente la utilizan hábilmente los políticos de turno; sino también los vendedores de coches, electrodomésticos, compañías eléctricas, grandes cadenas de supermercados, etc., etc.
La mayoría de las veces, bajo ese reclamo de no contaminante, respetuoso con el medio ambiente, desarrollo sostenible… en realidad, no se esconde sino una enorme falsa que responde a intereses económicos y comerciales que nada tiene que ver con el ecologismo que proclama.


La última metida ecológica es la desaparición de bolsas de plástico gratuitas en los supermercados bajo el argumento de las miles de toneladas de plástico que se acumulan en los océanos y su nula degradación en el medio ambiente.

De entrada, confieso que soy partidario de que nos acostumbremos a ir a la compra con la cesta, carrito o el bolso (como hemos hecho toda la vida), así lo creo por ser un hábito saludable que nos educa a vivir optimizando recursos huyendo del usar y tirar; pero no lo defiendo bajo ninguna apelación ecologista. Las grandes superficies tampoco lo hacen ahora porque de la noche a la mañana se hayan vuelto respetuosas con el planeta. No, lo hacen por los millones de euros de ahorro que esto les supone.
No piensen que además de pagar la bolsa esta medida es más ecológica por cuanto:
  1. No es cierto que los plásticos actuales no puedan reciclase, se pueden reciclar al 100% y de este reciclaje se obtienen productos muy interesantes, como maderas sintéticas altamente resistentes a la humedad.

  2. Tampoco lo es que no se degraden, un plástico sometido a la radiación solar se degrada en un periodo de tiempo inferior a 5 años. Hoy, además, se diseñan plásticos con una encima que los hace biodegradables en 6 semanas.

  3. El plástico utilizado en las bolsas se obtiene de los residuos del refino del petróleo para la obtención de combustibles. Si eliminamos las bolsas ¿Cómo vamos a eliminar los millones de toneladas de estos residuos de refino?.
Por todo ello que no nos vengan con milongas verdes y medioambientales. Las razones son otras.
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