Hay aromas, sabores, imágenes visuales y sonoras y aromáticas que quedan impresas en el subconsciente cultural de los pueblos , como si una marca indeleble en su ADN se tratase. Son asociaciones mentales y existenciales que forman parte del acerbo más profundo de los pueblos.
Si me hablan de la Semana Santa jumillana yo pienso en la textura crujiente de la masa de empanada recién horneada en mi boca, del dulzor vivo y herbáceo de un haba tierna en el paladar. Mi pensamiento y recuerdo se embriaga indefectiblemente del aroma a claveles que lo impregna todo en un jueves al atardecer. En el ambiente de las calles resuena un pasodoble que todos aquí reconocemos las "Mantillas de Jueves Santos" del Maestro Julian, Mis ojos se inundan de una luz dorada bañando los muros de la iglesia de Santiago, cuyo atrio, se ha convertido en un ir y venir de Manolas cuyas peinetas y los calados de sus mantillas parecen filtrar en sutiles matices los últimos rayos de sol de una tarde brillante de primavera con cielos de limpio azules mediterráneo.
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Dicen que las personas que tienen una muerte dulce, cuando se acercan al momentos final de su vida, su mente vaga por estos recuerdos, por estas imágenes luminosas.Espero que si el destino quiere premiarme con un final así, seguramente mis recuerdos e imágenes serán los de un Jueves Santo con Manolas y mantillas incluidas.
Ignoro si será porque el negro estiliza la figura humana, porque lo asociamos a la elegancia o porque las tejas, mantillas y tacones hacen más esbeltas a las mujeres. Tampoco descarto ese otro aspecto sensual que trasparencias y medias añaden al imaginario. No me digan porque pero hasta las mujeres más normalitas en belleza, menos agraciadas, se transforman cuando se visten de Manolas. Yo confieso que nunca he visto una manola fea, un amigo mío que me escuchaba decir esto último, me corrigió: "Yo he visto una en una ocasión, pero es que la pobre era fea de remate y sin solución" -añadió- Lo cual vino a corroborar por la regla de la excepción la que les acabo de enunciar y sostengo de que no hay Manola fea.
Por ello este Jueves Santo, como todos los que recuerdo de los últimos años, salí a la calle con mis cámaras en un intento de captar con ellos para el recuerdo y la memoria esas sonrisas, esos rostros que nos regalan las mujeres jumillanas en los atardeceres de un jueves de Semana Santa.
Espero que las imágenes que aquí les dejo hayan hecho un poco de justicia, con lo que mis ojos y mi alma capta en esos momentos que les acabo de narrar.
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