«El arte de pagar dos veces y contribuir a la corrupción »
Empezaré por confesar que, hasta no hace mucho, yo era partidario de privatizar algunos servicios públicos si con ello se mejoraba el servicio y abarataba el coste a los usuarios, bien es verdad que nunca metía en ese saco a los básicos. En la actualidad, visto en que está desembocando este proceso privatizador, me he vuelto un talibam contrario a las privatizaciones, como lo soy también de las subvenciones o de las autonomías.
Muchas son las razones que me han conducido al cambio de actitud y que quiero compartir con vosotros:
- Las privatizaciones y sus consiguientes adjudicaciones, han contribuido al mismo nivel que las constructoras, a la corrupción y financiación ilegal de los partidos políticos en nuestro país. Lo estamos viendo en los casos destapados y en el hecho de que servicios como agua, aparcamiento en zona azul, ITVs, etc., están en manos de unas pocas grandes empresas que aparecen salpicadas en varios casos de corrupción por todo el país. Por tanto, si hay que mantener el servicio, pagar sobornos, prevaricaciones y dar beneficios a la empresa adjudicataria, difícilmente puede ser más barato el servicio en manos privadas que en las públicas.
- En nuestra democracia, los cargos electos con dedicación exclusiva están bien pagados (si los comparamos con los sueldos medios del resto de profesionales), les pagamos para gestionar, de ahí que si la gestión se deriva a empresas privadas los ciudadanos paguen doblemente esa gestión. Es decir, o sobran los sueldos de los políticos o las empresas que gestionan, además del antes señalado riesgo de corrupción.
- La mayoría de las empresas de servicios que trabajan para la administración, se han convertido en meras agencias de colocación, que contratan a tiempo parcial con salarios muy inferiores al importe total de la adjudicación del servicio. Lógicamente la empresa tiene que generar beneficios para pagar entre otras cosas sus impuestos y gastos (amen del retraso con los que paga la Administración); pero la empresa no aporta nada a la economía productiva, carecen prácticamente de inversión, plantillas estables, dotación de tecnología, patentes etc. En muchos de estos servicios, son puros intermediarios, se adjudican el servicio y hacen contratos precarios para cubrirlos.
Quieren un ejemplo de esto último, pues se lo daré: la vigilancia contra-incendios y mantenimiento medioambiental que nuestra comunidad Autónoma tiene adjudicado a la empresa «La Generala» ¿Les suena? Imagino que sí, porque es quien se encarga de nuestra limpieza municipal.
Como bien dices, privatizar es el negocio de unos pocos y contribuir a la corrupción
ResponderEliminarYa te lo dije una vez, privatizar servicios públicos es el timo de la estampita, me alegra que te hayas caido del guondo.
ResponderEliminarAl final, pagas la inversión, pagas el chanchulleo de la adjudicación, pagas el ya inútil cargo público que ya no gestiona, sigues pagando el servicio por que no bajan los impuestos y, finalmente, pagas el probable rescate del servicio si la empresa adjudicataria va mal.
En definitiva muy mal negocio para el usuario. Y conociendo a esta casta política que nos desgobierna, simplemente, no confío en ellos, no debemos consentir NINGUNA.
Me parece que somos bastantes los que hemos tenido el mismo proceso que Plácido. Y es que hasta que no se sanee la administración pública las contratas serán muy mal vistas en España, con los consiguientes perjuicios de toda índole.
ResponderEliminarPor otra parte, los técnicos y operarios de La Generala sustituyen a los técnicos y operarios municipales, no a los concejales. Lo que ocurre es que muchos concejales en todo el país, con el acta democrática de su elección, se han construído un puestecito de trabajo de organización o gestión técnica . Eso se tiene que acabar. Los únicos técnicos y gestores son los funcionarios municipales. Por tanto, no procede retribución alguna, por ese trabajo de gestión, para los concejales. Si acaso, puede entenderse una retribución para el alcalde, que realiza funciones permanentes de representación.