«Agua para todos»
«La cuestión del día, el suceso de actualidad es el problema del agua. En un país en donde no llueve nunca; en una región en donde el pluviómetro en los once primeros años del siglo no rebasó la altura de trescientas milésimas, no es de extrañar que la gente se preocupe con tan prolongada sequía y que al ver como van muriendo las vides sedientas y poniéndose mustios los serios y tristes olivos; perdida la ocasión de sembrar y por consiguiente la esperanza de cosechar cereales, nuestro pueblo sienta una emoción profunda…»
En ésta situación daba cuenta el periódico que:
«Los más creyentes, los que aún no perdieron la fe, ponen su esperanza en la divina providencia, hacen rogativas para que la lluvia fecunde los campos…
Otros, los más prudentes, los que sin desconfiar en la misericordia de Dios, creen al mismo tiempo en los prodigios de la Ciencia, dirigen sus miradas hacia la tierra, llevan a cabo investigaciones costosas, para averiguar el paso de las corrientes subterráneas y empleando toda clase de medios hacen surgir a la superficie el agua fecundante que riega los pequeños oasis que aparecen y se van formando en esta meseta esteparia, la más seca de Europa. Unos, se valen de minas y logran el placer de ver fluir un arroyo, como en los Almendros; otros emplean la fuerza del viento para regar sus huertos, aquí se instala una noria, más allá un motor eléctrico…»
Durante aquellos años en el mencionado periódico local, se insertaba el anuncio sobre los populares motores de viento «Molinetas» de la marca americana Star que, construidos en acero galvanizado, distribuían en nuestra localidad los hijos de Miguel Gómez. Unos motores que según rezaba en su publicidad, su esmerada construcción les hacia funcionar con la más ligera brisa.
Como pueden ver, nuestros problemas de hoy, son casi igualitos, igualitos que los de nuestros difuntos abuelitos.
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