«Los viejos del lugar ya la veían venir»
Hace tiempo, los viejos del lugar, entre los que me voy acercando, iban creyendo que se estaban aplicando medidas económicas y sociales equivocadas. El dimingo dia 2, leo en El País un magnífico artículo de Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía que redunda en lo que los “viejos del lugar” ya veían en el horizonte.
Dice el premio Nobel, refiriéndose a la enferma economía americana, de hace 5 años: “debajo de la superficie, numerosos problemas supuraban: una creciente desigualdad; una insatisfecha necesidad de reforma estructural (la necesidad de un desplazamiento desde una economía que se basa en la manufactura hasta una que se base en los servicios y que se adapte a las cambiantes ventajas comparativas a nivel mundial); persistentes desequilibrios en el ámbito mundial, y un sistema financiero que está más en sintonía con la especulación que con la realización de inversiones que crearían puestos de trabajo, aumentarían la productividad y redistribuirían los superávits con el objetivo de maximizar la rentabilidad social”.
En otras palabras: tenemos otro escenario social y económico, luego no sirven las recetas de antaño. En los países desarrollados, ya no tenemos una economía basada en la manufactura (eso lo hacen los países pobres, con los que no podemos competir), sino en los servicios. Lo que significa que hay que pedirle a las multinacionales (que son del primer mundo) parte de los beneficios de la manufactura que realizan en otros países, para que mantengan los servicios del país desarrollado en el que ellos (“ellas”) viven.
Por otra parte, el sistema financiero está más al servicio de la especulación que de la creación de riqueza social y puestos de trabajo. De esa forma, los beneficios se los reparten los brókeres o intermediarios que manejan el dinero que no es suyo pero que, proporcionalmente, obtienen para sí mismos una rentabilidad estratosférica. Como los gobiernos no pongan límites o correctivos, será imposible que esa casta modifique sus privilegios. Lo contrario beneficiaría la redistribución de la riqueza y la rentabilidad social, cosa que no está en los planes de quien tiene la sartén por el mango.
Otra cantinela es la necesidad de que aumente del PIB. Para que nos entendamos: lo que produce un país. La cantinela es que si ese PIB no crece, no se puede repartir riqueza, para los que muchos viven peor. Es como si una familia ingresa 1000 € un mes, el padre dice que hay que ingresar 1200 €, y así va exigiendo aumentar cada año, pero los hijos no ven aumentar los beneficios, mientras que se dan cuenta que es el padre y la madre los que se va quedando con la mayor parte del aumento que se va generando. Dicho de otra forma: las ganancias en las épocas de vacas gordas, se acumularon en unas pocas fortunas y fondos de inversión, aunque dichas ganancias fueron PIB generado por todos y cada uno de los ciudadanos. En resumen, cada vez más desigualdad. Eso no lleva a nada bueno nunca, Tampoco para los “triunfadores”.
En los países desarrollados, estamos en otro escenario, en otra economía, y necesitamos otro modelo económico. Lo que ocurre es que el único viable no interesa a los que ahora tienen el poder económico, y están dispuestos a llevar al modelo que tenemos hasta el límite, aun a riesgo de romper la cohesión y estabilidad social. Ciudadanos, ¡los de ahí afuera!, ¿hay alguien? Se necesitan partidos con propuestas viables, sin dogmatismos, pero con voluntad de trasformar lo que tenemos, que reconozcan que deben cortar el cordón umbilical con los poderes que los tienen cautivos. Si hay alguien que tenga un poco de dignidad, y pueda mirar a sus semejantes sin avergonzarse, que salga y lo diga. Pero alto y claro, sin rodeos.
P.D.: Sí hay soluciones: los juzgados y los votos. Y mientras: ¡salta rana, salta!
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