«Enfermos debemos de estar»
Nuestro país es un reino enfermo, gravemente enfermo; pero no lo digo por los graves síntomas de corrupción que presenta la familia política de la casa real. No, lo digo por el estado en el que nos encontramos los cuarenta millones de súbditos que lo constituimos.
Nuestro estado actual de salud, no se debe a una crisis pasajera que ha tenido su origen en la especulación financiera de los mercados internacionales, nuestra situación es más grave y la venimos arrastrando desde hace bastante más tiempo, aun cuando sea ahora con la crisis cuando se hace evidente.
Enfermo está un país que en tres décadas de democracia ha cambiado y parcheado una decena de veces su Sistema Educativo. Cambios y más cambios, hasta conseguir que ocupemos uno de los últimos lugares en cuanto a resultados educativos entre los países desarrollados. Enfermo debemos estar cuando hemos plagado el suelo patrio de universidades de tres al cuarto (que más bien parecen institutos de secundaria), sin conseguir que ninguna de ellas figure entre las universidades de excelencia mundial.
Enfermo está un país donde miles de estudiantes universitarios hacen cola en los castings de «Gran Hermano» y más de ciento cincuenta mil en los de «Operación Triunfo», mientras cientos de ellos con carreras brillantes terminadas deben marcharse al extranjero si quieren trabajar. Enfermos debemos estar si nos alzamos en ira por la humorada de unos guiñoles franceses contra el deporte y no nos movemos ante la degeneración cultural de nuestro país.
Enfermo está un país que recorta a diestro y siniestro servicios básicos como sanidad y educación mientras deja intactas las maquinarias administrativas de diecisiete taifas autonómicas, con diecisiete parlamentos legislando y enmarañando más un sistema jurídico a todas luces ineficientes. Enfermos debemos estar si nos pasamos la vida removiendo nuestras guerras fraticidas para arrojarlas a la cara del que consideramos contrario y adversario.
Enfermo está un país que cree en salvaciones milagrosas de este o aquel líder y no en el fruto de su trabajo, esfuerzo y dedicación. Enfermos debemos estar si nos mueve la roja, o un clásico R.Madrid-Barcelona, mientras permanecemos indiferente ante la miseria moral que nos asola.
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