«Amasando gastos dobles»
Hubo un tiempo en el que los arquitectos hacían realidad, los sueños de los promotores। Un tiempo en el que el éxito del edificio era que cumpliera perfectamente la función para la que se construyó.
Pasó el tiempo, y pasó lo que pasó: los arquitectos se hicieron artistas, y diseñaron edificios para dejar sus huellas en la ciudad. Los edificios ya no tenían como principal objetivo, ser el espacio para ofrecer servicios. El edificio tenía que ser original, distinto, chocante, llamativo, rompedor, extravagante incluso. Tenía que diferenciarse claramente de épocas pasadas. Tenía que utilizar materiales nuevos, tuvieran o no contrastada su eficacia y funcionalidad.
En los nuevos edificios, a poder ser, las ventanas tenían que estar en el interior y la terraza en el sótano, y el garaje de la terraza. Toda una exploración de nuevas ideas, para no dejar indiferente a nadie.
Claro que, toda esa creatividad, se materializaba en los edificios públicos, casi siempre. Con frecuencia, ha sido más fácil exponer el dinero de la colectividad, que el de cada paisano particular. En los edificios públicos, los proyectos son aceptados por los gestores públicos, por definición interinos, y fácilmente como coaccionables por las opiniones de los expertos, o de los votantes. Los proyectos públicos son intocables por el común de los mortales. El arquitecto no lo admitiría, se ofendería. Su obra ha de ser respetada en su integridad, ¡ésa la obra del artista!
Dicho lo cual se está amasando una remodelación de un edificio nuevo, en Jumilla, naturalmente, público. De momento, los tubos de desagüe ya están cogidos con una malla para que no caiga trozo alguno a cualquier viandante que pase por debajo.
Tiempo al tiempo, el erario público sufragará, nuevamente, el gasto adicional para el cambio en la fachada. El arquitecto estará compungido porque su obra de arte se desmorona. Los responsables que le aprobaron el diseño ya no sabemos dónde paran y, por doquier, echamos en falta el sentido común, y el objetivo de que las cosas sirvan para lo que se adquieren.
Bueno, todavía nos cabe un consuelo y es que, en este caso, si hay que juzgar a alguien, el juez no estará lejos. El "respetable" ya ha juzgado: falta sentido común y miramiento por el dinero público.
La artesa VIII
22 ene 2011
20:32
JUMILLA-BLOG
1 comentario :
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¿Aludes al edificio de los juzgados? No sé qué extraño pudor te ha llevado a no referirte a él claramente. A veces da la impresión que andamos algo cojos...en libertad de expresión.
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