«El sarao olímpico»
Mentiría si les digo que no siento el fiasco de ayer, pero mentiría también si les digo que me siento hundido o decepcionado. En primer lugar, porque aunque soy de natural más bien pesimista, tenía el palpito que esta vez tampoco lo conseguiríamos. Eso a pesar de la tabarra de los medios de comunicación con su discurso triunfalista y de alabanza a las fortalezas de nuestra candidatura Madrid 2020.
La verdad tantas flores a nuestras supuestas fortalezas me sonaban al cuento de la lechera y, precisamente estos días me encontraba en Madrid donde he estado en el barrio de San Blas, supuestamente el que más se vería afectado por el impacto de las olimpiadas. Es verdad que la estructura de la peineta lleva muchos años levantada pero hacer, todavía queda mucho que hacer en lo que se supone sería la villa olímpica, de ahí, que a mi eso de que teníamos el 80% de las infraestructuras echas, me sonaba descaradamente a propaganda.
A mi paso por la puerta de Alcalá pude ver el tinglado que estaban montando para el sábado y, al llegar a Jumilla me encuentro con el tinglaillo municipal del paseo Poeta Lorenzo Guardiola con camisetas incluidas. Mucho sarao para ya veremos qué nueces –pensé- y aun cuando no quería ser agorero ni aguafiestas, ya empezaba a cargarme tanto dispositivo de seguimiento y supuesta celebración del éxito. De corazón deseaba esa designación y no por patriotismo sino por si son verdad todas esas sinergias económicas que predican, me refiero a los miles de puestos de trabajo, de turistas y visitantes, de lanzamiento de la marca de España… a todo eso, que ignoro cómo se puede medir por anticipado y que los defensores cacareaban sin cesar. Por todo ello, deseaba con toda el alma que el COI nos designara. Lo deseaba a pesar de la cargante y chusca orquesta, saraos, propaganda, ensalzamiento, etc. que los medios difundían a doquier.
Hace mucho que en nuestro país nos hemos creído los reyes del mambo porque nuestra selección y un grupo de destacados deportistas como Gasol, Nadal, etc. triunfan por el mundo. Eso unido a que el deporte, al margen de una practica deseable y saludable que debemos recomendar, es un escaparate fabuloso donde los políticos ávidos de votos sean nacionales, regionales y locales acudan a salir en la foto con el equipo que asciende o el paisano que gana. De forma que el deporte se ha convertido, o lo hemos convertido, en una práctica social de relevancia y alta valoración. Tanta que nuestros hijos y jóvenes acuden a él como afirmación y reconocimiento.
Ya digo, siempre es loable el espíritu deportivo, el sacrificio y la disciplina que conlleva; pero esta entrega y empleo de recursos de todo tipo /económicos, materiales y humanos), me parece está desequilibrando la armonía que debiéramos conservar por aquello de: «Mens sana in corpore sano» que recogen las sátiras de Juvenal y cuyo origen esta en la antigua Grecia.
La parte del cuerpo, con la practica deportiva es claro que hemos pasado de ignorarla hace tres décadas a ponerla en primerísima línea de prioridades en nuestras vidas. Ahora amigo, el cultivo de la mente, el alma o el espíritu, lo hemos olvidado por completo. Los pueblos y ciudades de España tienen flamantes deportivos, pistas, velódromos e instalaciones para la practica del ejercicio físico ahora buenas bibliotecas, liceos, ateneos… Estos brillan por su ausencia y su practica y cultivo también. No hay ganadores, equipos que suban a primera, ni individualidades para que el político de turno se haga la foto. De ahí que cuando a veces surge un sujeto que destaque en investigación, I+D o desarrollo emigre a otro país. Sinceramente, hemos desequilibrado la armonía de desarrollo humano de los españoles a favor de lo físico, por ello entenderán el poco entusiasmo que pongo ya en estas cosas del deporte, no necesita de mi aplauso, pues ya goza en exceso de él. Por ello mi entusiasmo en esto del Madrid 2020 venia siendo bastante comedido, por ello también que mi decepción no ha sido grande.
Si me siento algo es aturdido, ya que no alcanzo a comprender cómo nuestros representantes políticos que tan expertos son en pellizcos, mordidas, untadas y esas cosas no han conseguido untar y lubricar como se merecen a esa rara casta de miembros del COI altamente engrasables. De momento, nos quedamos con haber organizado tres caros saraos (los saraos se nos dan de miedo en este país), sin conseguir la designación en los que se estima nos hemos gastado 110 millones de euros.
A los miembros del COI no se si les ha quedado claro que somos capaces de organizar bien unas olimpiadas; pero de lo que no les debe quedar duda es que el sarao olímpico lo montaríamos mejor que nadie.
Estoy entre esa minoría del 9% -dicen- que deseaba que no se organizaran los juegos olímpicos en España. Así que me alegro de la decisión del COI.
ResponderEliminarpero si es que no tenemos solución, al tío que a llevao lo del ¨marquein¨, es pa echarlo de una pata en el culo.,mia que lleval al ¨rojay¨(Rajoy) en primera plana allí donde to el mundo incluidos los del COI,habran dicho: ¨mira los españoles que se traen como representación al corrupto mayor del reino¨.
ResponderEliminarcuando se les presente la ocasión y quieran organizar el mundial de futbol. entoces, ya puestos que lleven al ¨Barcenas¨.