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La casta política 2 ene 2011 10:05 Placido Guardiola

«Un país con la esperanza perdida»

Comienzo a pensar que un país, una sociedad, no puede subsistir sin esperanza y creo que este nuestro la ha perdido. La hemos perdido o nos la han hecho perder que, a todos los efectos, da igual. Digo esto último por la constatación que vienen haciendo las encuestas y barómetros del estado de la opinión pública (yo mismo participo en la que se hace en nuestra región). En estos estudios, la clase política es percibida entre los grandes problemas que tenemos.
Pocas veces la mayoría de los ciudadanos dan tan en el clavo de lo que ocurre. Eso, cuando personalmente no soy de los que piensan que el pueblo sabe lo que quiere, o que siempre acierta; pero en este caso, creo que hacen pleno cuando entre los principales problemas que perciben esta nuestra clase política. El problema, por grave que sea el que no corra el crédito, no se cree empleo, baje el consumo y haya desconfianza en el mercado. El problema digo, son ellos los políticos, una casta de vividores de la mamandurria de las arcas públicas que tiran del bolsillo ajeno sin pudor. El problema es la caterva de inútiles chupópteros que nos sangran (me da igual bajo la sigla en que se cobijen PP, PSOE, IU, etc.), pues entre ellos no hay diferencia alguna ni deserción, ni controversia si se trata de mantener sus privilegios. Es decir, sus sueldos, primas, prebendas y privilegios. Y digo bien, PRIVILEGIOS, por los que se otorgan, tras unas legislaturas de mangoneo, la jubilación más alta cuando exigen a los demás otros requisitos, nos las bajan o nos las retrasan.
Que no venga ningún dirigente de ningún partido (y lo han hecho tanto mi presidente nacional –PSOE-, como regional –PP-), con la monserga de que hay que apretarse el cinturón pues ellos no predican con el ejemplo. No cuestionan sus prebendas y privilegios, no les he oído hablar de cortar sus pensiones, cerrar sus televisiones privadas pagadas con dineros públicos, recortar sus asesores, o despedir a sus secuaces de los cargos de confianza. Es más, con la que está cayendo, aún defienden el garrafal error de los estados autonómicos que han convertido este país en un solar de diecisiete taifas (claro tienen que mantener agarrados a la teta a sus miles de acólitos).
No, ellos a lo suyo… aquí quien se aprieta el ya exiguo margen que da el cinturón es el ciudadano de a pie. Ellos han confundido la vocación política de servicio público, por la del provecho particular.
Lo grave, lo que me asusta, lo que de verdad me preocupa… es que no hay alternativa Todos, absolutamente TODOS, son igual de sinvergüenzas.

6 comentarios :

  1. Tras muchos años de mantener que el terrorismo -así, sin más- y la inmigración son los principales problemas de España, acabamos de descubrir que son los políticos los causantes de nuestros males. Farisaico descubrimiento: nosotros somos trabajadores y buena gente, no como esos publicanos... Como no podía ser de otra manera -según decir de nuestros monterillas-, dada nuestra tradición judaica. Porque si es cierto que nuestros publicanos son todos unos sinvergüenzas, son nuestros sinvergüenzas. Es decir, su tío o su cuñada, desocupado lector; quizá mi hermana o mi propio padre. Yo le sugeriría a nuestro amigo Plácido, amigo y anfitrión, que para el próximo barómetro de la opinión provincial sobre los males de la patria pregunte a los murcianos y murcianas, encuestados y encuestadas -lejos de mí la funesta discriminación de género-, por qué se quejan tanto como se desinteresan de la política. Y es que, como decía Chaves Nogales en otro contexto,los españoles nos hemos hecho indignos de nuestro sistema democrático. Con esto no pretendo descubrir el mediterráneo ni confundir a las víctimas con los victimarios. J.P Sartre lo resumió bien: semivíctimas, semicómplices.

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  2. Ahora te das cuenta?, cuando te han tocado el bolsillo, mientras tanto bien calladitos que estábais los que en un momento dado podeis hacer llegar al poder político el descontento general.

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  3. Una sugerencia... En las próximas elecciones tendría que haber un 100% de participación y un 100% de abstención, ni un solo voto para ningún partido. ¿Que pasaría?.....

    Saludos de un español que hace años que está desencantado con la casta política. Me da igual en color que tenga.

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  4. Querido lector:

    Como hipótesis teórica es perfecta, en la realidad, totalmente inviable, pues en el improbable y remoto caso que el cien por cien de los ciudadanos hiciésemos eso en las elecciones (votar todos en blanco), ELLOS, la casta política, se votaría así misma. Con sus propios y únicos votos, se repartirían proporcionalmente de igual forma los escaños para seguir disfrutando de sus privilegios. Así, con todo el morro, no albergo duda alguna de que lo harían.
    En cualquier caso llevo tiempo convencido que lo que propones es la única alternativa decente que le queda al ciudadano, esa y la de empezar a construir una ciudadanía consciente que no se calle y comience a cambiar este indecente sistema. Yo, tu o el otro aisladamente sólo podemos lamentarlo, juntos podemos desalojar a esta gentuza.

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  5. "La casta" es el título de un libro publicado en Italia y escrito por dos periodistas del Corriere della sera, en el que se analiza con detalle el conjunto de privilegios y sinecuras de todos los políticos italianos, desde los diputados del Congreso al último concejal. Del libro se han vendido ya más de un millón de ejemplares en Italia. No creo que en España pudiera publicarse un libro similar.

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  6. ¿ Cuando empezamos y como ?

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