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El correr de nuestros días 12 ago 2010 20:08 Placido Guardiola

«Cuando esto era La Feria a secas»

Bajo el paseo de la Estación brotaron del suelo las atracciones, esas que por éstas fechas se instalan para dar paso a nuestra Feria de siempre, ahora Feria y Fiestas. Múltiples fiestas, diría yo, pues de todo hay y cabe en ellas. En cualquier caso, los que ya somos capaces de contar medio siglo de Ferias, a este trajín y vaivén de preparativos, antesala de nuestra semana grande le llamamos desde siempre La Feria a secas.
Con el devenir de los años hemos terminado por cerrar el pueblo hasta el uno de septiembre, por lo que ya ni siquiera es una semana. La verdad es que hemos metido tantas cosas en esos días que apenas se pueden suceder los actos de todo tipo sin solaparse de alguna manera. Será nostalgia, pero me quedo con las ferias de antes, donde el pueblo bullía a chicas de sol recriadas en Cataluña, eran los hijos e hijas de las familias emigradas a Badalona o Barcelona por los cuarenta y cincuenta; éstas aprovechaban La Feria para ver a los parientes y hacer gala de lo bien que les iba allí. La verdad, aquellas jumillanas (supongo que los jumillanos también, pero yo no me fijaba en ellos), parecían más cosmopolitas y más modernas que sus paisanas que no habían salido de aquí.
La Feria apenas contaba con dos casetas de turrón, dos de joyería, la de las sartenes, cuatro de juguetes una ola, un tirapichón, los coches eléctricos, los caballitos y las verbenas con el recinto cerrado del Rey D. Pedro; sin embargo, el pueblo bullía a todas horas. Por las calles aquellos que nos dejaron años atrás paseaban felices dando muestras de su bonanza, mientras, nosotros los jóvenes estábamos deseando que llegaran estos días por ver de nuevo a nuestras paisanas de Cataluña.

2 comentarios :

  1. No será que todo tiempo pasado siempre fué mejor.
    ïmaginate a nuestros hijos hablando de su feria...hay que estar acordes con los tiempos...aun a pesar de nuestra añoranza.

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  2. Es posible que sea añoranza querido amigo, seguramente también será que por aquellos años contábamos con treinta primaveras menos.
    Esto último seguro que también tiene mucho que ver, a mi juicio, más que la nostalgia de tiempos pasados

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